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Lanzarote en noviembre con niños

Lanzarote en noviembre con niños

Noviembre no parece ser el mejor mes para viajar con niños. Por nuestro trabajo es el que escogemos cuando podemos para salir y disfrutar de unos días de descanso. Todo está mucho más tranquilo, no hay aglomeraciones y los peques todavía tenían una edad en la que perder unos días de cole no les iba a suponer un retraso. Así que en noviembre de 2016 decidimos ir a Lanzarote con ellos y que viajaran por primera vez en avión.

Cuando haces el primer viaje en avión con ellos no puedes evitar estar un pelín nervioso; ¿se asustarán? ¿les dolerán los oídos? ¿como se lo tomarán?. Si un viaje en coche algunas veces se hace largo puedes parar y que se relajen un poco, pero aquí suponía estar casi tres horas montados en el avión. 

Ya en el Aeropuerto se lo estaban pasando genial, ver los aviones de cerca es una experiencia para ellos, aparte de que en el aeropuerto tienen muy bien cubiertas las esperas, hay pequeños parques donde pasar un rato agradable y hacer la espera más amena. 

Y por fin llega la hora....pasajeros al avión!!! 

Al final el vuelo no ha sido para tanto.  Viajar con los dos enanos por primera vez en avión te hace temer un par de horas tortuosas, pero al final se han portado como dos campeones. Las risas en el despegue ya forman parte de los recuerdos de las primeras veces, el cosquilleo les ha causado una risa contagiosa que a su madre y a mi nos ha ayudado a sobrellevar el miedo a volar. Después peli y a dormir. Maravilloso.

Nuestro avión

Nuestro avión

Llegamos y recogida de equipajes, vuelo genial y los nenes ya nerviosos para llegar a nuestro hotel. En este viaje hemos decidido alquilar un coche. Aunque hace temperatura de playa y no mucho aire, nuestra intención es recorrer la isla por las mañanas y por la tarde disfrutar de las playas y el hotel.

Primer contacto con la isla. Que diferente es todo.  Y que luz tan extraña.... Una tormenta nos recibe y a la nada el sol otra vez. El rojo y negro del terreno es espectacular. Y encima hoy hay unas nubes de escándalo que esconden al sol de vez en cuando. No puedo dejar de acordarme de Julio López Saguar y sus fotografías y spots en la isla. Estos días nublados que dejan escapar estos momentos de luz nos llaman la atención. Pero la fotografía en este viaje es algo secundario. Por lo menos la que se hace con cámara.  Primera parada para el almuerzo. Encontrar lugares como el Guachinche de Luis es una suerte. Trato familiar, buen precio y muy buen menú. Los restaurantes más vistosos pierden este encanto. Es un sitio austero pero el trato es exquisito y se vuelcan en agradar a los enanos. Volveremos.

Restaurante El Guachinche de Luis

Restaurante El Guachinche de Luis

Y llegamos al hotel. H10 Lanzarote Gardens en Costa Teguise. Perfecto para los peques, piscina tematizada y climatizada, buffet temático con mesas para pintar en la que se entretienen y nos dejan comer con cierta tranquilidad, parque infantil, habitaciones amplísimas con una gran terraza y mini cocina y al lado de la playa. Perfecto. Por ponerle un pero, los precios de la bebida si vas sin el todo incluido y el horario de la mini disco, demasiado temprano y en medio del horario "normal" de cena. Claro, normal para los españoles, pero es que aquí somos minoría. Si llegamos al 10% siendo generosos. Pero es noviembre, normal en esta fecha. Pero un hotel 100% recomendable para viajar con niños.

Piscina del Hotel H10 Lanzarote Gardens

Piscina del Hotel H10 Lanzarote Gardens

Buffet infantil

Buffet infantil

Piscina climatizada

Piscina climatizada

Vistas piscina

Vistas piscina

Que por cierto, la isla está llena, nos comentan que hay más gente que en Agosto, y aquí otra cosa destacable: si eso es verdad no se nota para nada, la sensación de tranquilidad es estupenda. Excepto en algún punto turístico en hora punta como el Timanfaya, no hay agobios ni colas. Sin duda algo destacable y que se agradece. Y algo que descubriremos en los días sucesivos y que también es palpable en cada rinconcito de la isla: la huella de Cesar Manrique. Creo que no he estado en ningún sitio donde la influencia de un artista sea tan evidente y agradable. Se nota su impronta en cada centímetro de la isla, en el aeropuerto, en algunos coches como la empresa de alquiler Cícar, o en esas carreteras libres de tendidos eléctricos o vallas publicitarias. El paisaje entero está impregnado de su esencia. Su legado es algo que ha trascendido y respetado y ojalá siga así por siempre.

Segundo día: Como es domingo y ha amanecido el día revoltoso, nos vamos para Teguise al famoso mercadillo que montan en casi todo el pueblo. Pues me ha decepcionado bastante, muy saturado de gente y excepto alguna galería con algún artista local y algún puesto de quesos, no merece la pena. Puestos y puestos de cosas "made in China" de las que hay en todos los mercadillos normales.  Además, con tanta aglomeración de gente tampoco se puede disfrutar del pueblo. Así que mejor visitar Teguise cualquier otro día de la semana. 

Obras a la venta en una galería de Teguise. Me recuerdan la obra de Juan del Junco.

Obras a la venta en una galería de Teguise. Me recuerdan la obra de Juan del Junco.

Nos vamos hacia Famara para comer allí. Cuando bajas por la carretera y aparecen las laderas del Risco de Famara y la Graciosa al fondo, las vistas son espectaculares. Bien podría ser un paisaje de Islandia, o Hawaii. Es un sitio muy "surfero" y diferente, las calles de arena, sin asfaltar y muchos restaurantes de buen nivel con terracitas muy agradables y bonitas vistas. 

Vistas desde la terraza del Restaurante Sol, en Caleta de Famara

Vistas desde la terraza del Restaurante Sol, en Caleta de Famara

Para nuestro tercer día decidimos ir al Parque Nacional del Timanfaya, una primera parada en el Centro de Interpretación donde pueden observar las diferentes maquetas del volcán o las especies que habitan la isla, es un rato entretenido que despierta su curiosidad. Después recorremos esa carretera que conduce hasta la entrada al Parque que parece dejada de caer encima de la lava cuando aún estaba incandescente. Llegamos al parque donde hicimos el recorrido en bus. A su edad hasta el bus es una experiencia para ellos, un paisaje deslumbrante, casi lunar, colores intensos, volcanes inactivos.....pero el cansancio va haciendo mella y el sueño les vence. Después de ver los geiseres de la entrada o la curiosa barbacoa del Restaurante el Diablo donde utilizan el calor residual del volcán, nos marchamos hacía El Golfo para ver la Laguna Verde y admirar el atardecer, simplemente espectacular...

Entrada al Centro de Visitantes del Timanfaya

Entrada al Centro de Visitantes del Timanfaya

Maquetas del Parque en el Centro de Visitantes

Maquetas del Parque en el Centro de Visitantes

Carretera de acceso al Parque

Carretera de acceso al Parque

Vistas desde el interior del Parque, se puede ver Isla de Lobos al fondo

Vistas desde el interior del Parque, se puede ver Isla de Lobos al fondo

Atardecer en El Golfo

Atardecer en El Golfo

Para el cuarto día tocaba descanso, los nenes ya acusaban el trajín de coche y visitas y decidimos disfrutar del hotel y visitar la playa de Costa Teguise, que todavía no habíamos visto!! También aprovechamos la mañana para acercarnos al Aquarium de Costa Teguise. Lo visitamos por cercanía y por complementar la mañana, pero la verdad es que es muy pequeño y no tiene mucho interés, pero a los nenes todo le sorprende y para pasar un rato no está mal.

Aquarium de Costa Teguise

Aquarium de Costa Teguise

El quinto día tocó visitar el sur de la isla y una de sus mejores playas, Papagayo. Llegamos en coche hasta el parking de la misma playa, hay que pagar 3€ para acceder pero merece la pena. Si te alojas en Playa Blanca también se puede acceder en embarcaciones que te acercan desde allí cada poco. El acceso es bueno por un camino de tierra y hay varias zonas de aparcamiento. Aunque es noviembre y la isla nos dicen que está llena, no hay problema de aparcamiento ni masificación en la playa. Elegimos Papagayo, de buen acceso y una cala pequeñita, aunque las cercanas Playa Mujeres o Playa del Pozo también son espectaculares. Un día maravilloso de playa, fenomenal para los niños debido a su poca hondura y la ausencia de olas. Comimos allí mismo, no hay mucha variedad de restauración al ser una zona protegida, y los precios no son económicos como es normal en un sitio así, pero por lo menos es de una calidad aceptable y con muy buenas vistas desde la terraza sobre la playa.

Playa de Papagayo

Playa de Papagayo

A la vuelta decidimos parar en Playa Blanca para ver la playa, Playa Dorada. A diferencia de las de Papagayo es artificial, pero también está muy bien, de arenita fina y bastante anchura. Aunque pueda parecerlo, hay muy pocos hoteles en Playa Blanca que estén en "primera línea" de playa, o sea, con acceso directo a la misma. Uno de los pocos es el espectacular hotel Princesa Yaiza Suite, muy recomendable si el bolsillo os lo permite. También es muy recomendable, sobre todo para viajar con niños el H10 Lanzarote Princess en segunda línea pero muy cerca de la playa. Y ya más alejado y sin playa delante (tienen transporte gratuito a Playa Dorada) el H10 Rubicon Palace o el Gran Castillo Tagoro Family & Fun, aunque la variedad hotelera de esta parte de la Isla es bastante extensa y para todos los gustos.

De camino hacia Costa Teguise decidimos parar en Puerto del Carmen. Quizás por su cercanía al aeropuerto sea la zona más "turística" de la isla, se ve bastante más gente que en cualquier otra zona y mucha oferta de restaurantes en el largo paseo marítimo. Si buscas algo más de ambiente puede que sea una buena zona para estar, aunque a nosotros nos gustan más los sitios algo más tranquilos. Aquí solemos recomendar el Beatriz Playa &Spa, que suele estar muy bien de precio, el Sol Lanzarote All Inclusive o algo mejor que estos dos el Hipotels La Geria o el Seaside Los Jameos Playa, aunque hay mucha oferta hotelera y de apartamentos donde elegir.

El sexto día lo habíamos reservado para conocer el norte de la isla y quizás uno de sus monumentos más famosos junto al Timanfaya, Los Jameos del Agua.

Comenzamos la mañana en Guatiza para visitar El Jardín de Cactus, otro sitio ideado por Manrique en una de sus últimas intervenciones donde adaptó una antigua cantera en este peculiar jardín donde se pueden ver más de 4500 ejemplares de 450 especies diferentes de cactus de los cinco continentes. Un remanso de paz donde el verdor de las plantas contrasta con el azul del cielo y el negro del volcán para crear una explosión armónica de color que impacta en el visitante donde el único sonido que se escucha es el canto de pequeñas aves y el infatigable zumbido de los insectos que disfrutan de su particular oasis.

Jardín de Cactus

Jardín de Cactus

De camino hacía Los Jameos y la Cueva de los Verdes decidimos parar a comer en Arrieta, y aquí descubrimos otro sitio espectacular donde comer, el Restaurante La Casita de la Playa. Buen pescado y marisco, raciones abundantes, muy bien de precio, camareros agradables y sobre la arena de la playa, ideal y muy recomendable. 

Arrieta

Arrieta

Empezamos la tarde en la Cueva de los Verdes. Aunque alberga un peculiar auditorio se trata de una cueva formada por la erupción del Volcán de la Corona que es visitable con los peques sin mayor problema. Les permite adentrarse y disfrutar de los juegos de luces y sombras ideados por un colaborador de Manrique, Jesús Soto, y lo más sorprendente, descubrir "el secreto" que alberga en su interior, algo que nos sorprendió mucho a los cuatro. (No busquéis info al respecto o no tendrá gracia el descubrimiento!!)

Seguimos un poco más abajo para visitar la obra más famosa de Manrique, Los Jameos del Agua, un sitio espectacular y mágico donde como se puede leer, "se abrazaron la naturaleza y el hombre. 

César Manrique quien supo imaginar y transformar lo que era el desplome del techo de un tubo volcánico por el que corrió la lava procedente también del volcán de la Corona, en un espacio único en el mundo. Fueron su mente privilegiada y sus manos llenas de vida las que modelaron el agreste y negro basalto para dar forma a un lugar en el que reinan armonía, belleza, paz y sosiego. Blanco, azul, verde y negro, los colores que Manrique regaló a su isla, se entremezclan a lo largo de un recorrido singular y de extraordinaria belleza, que lleva a soñar e imaginar. Cada detalle de Jameos del Agua es una continua invitación a la introspección, la reflexión y la ensoñación.

Para terminar la tarde habíamos dejado el Mirador del Río, una antigua batería militar que Manrique había convertido en en mirador desde el que ver la isla de La Graciosa y observar desde allí el atardecer, pero llegamos a punto de cerrar y ya no nos dejaron entrar, además ya estábamos algo cansados. Lo tenemos apuntado para la próxima visita a la Isla, además de visitar la Graciosa, algo que tampoco pudimos hacer. Sin duda son buenas excusas para volver!!

Atardecer desde el Mirador del Río

Atardecer desde el Mirador del Río

Vistas de La Graciosa desde El Mirador del Río

Vistas de La Graciosa desde El Mirador del Río

Y llegó nuestro último día...En esta ocasión queríamos hacer una excursión de media jornada y así dejar la tarde para disfrutar del hotel y relajarnos un poco antes de volver. Decidimos acercarnos a la Capital de la isla, Arrecife.

La verdad es que no ofrece mucho, hicimos la visita al Castillo de San Gabriel, antiguo fortín anti piratas que nos sirve para contar a los peques alguna historia de Barbanegra y Patapalo. Después aprovechamos para tomar algo en una de las muchas terrazas del Charco de San Ginés, que  como su nombre indica es un charco de agua marina que se introduce en la ciudad conformando una extraordinaria y bella laguna natural rodeada de casitas de pescadores de color blanco y muchos restaurantes y bares donde poder tomar algo observando las barquitas de pescadores allí ancladas.

Puente de las Bolas y Castillo de San Gabriel en Arrecife 

Puente de las Bolas y Castillo de San Gabriel en Arrecife 

En definitiva, un destino sorprendente, muy cuidado y con la mezcla perfecta entre respeto por el entorno y turismo. Ideal para recorrer en coche y disfrutar de sus playas y de los muchos rincones que ofrece al visitante, y por supuesto un destino ideal para disfrutarlo en familia.

Nosotros volveremos.

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